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Gracias


Allá por los balbuceos de la década de los setenta, dos buenos amigos, uno ya en la Gloria Eterna, fundadores de esta querida Hermandad, me influyeron, animaron, casi coartaron para formar parte de ella.
Más por el cariño a ellos que por la "vis attractiva" de la Institución me integré, como uno más de los muchos que por idénticos motivos conforman el plurisecular mundo del capiroteo.
Pero, ¡Héteme aquí! que, al cabo de alguno años a mi mujer le descubren algo sospechoso, un posible grave mal y, que, ante su remota confirmación, hay que atajar cortando por lo sano.
Internada, ya a la sazón con una creciente y devocional atracción hacía Nuestra Titular, confiando en Ella, se puso debajo de la almohada una estampa de Nuestra Madre y Señora de Gracia y Amparo.
Todo fué un éxito, nada de nada, se salió del trance con la alegría y la satisfacción del paso efímero de un mal trago... Pero, ¡Algo quedó!
El calor a una Virgen, la veneración, en lo que a mí respecta, hasta ese momento en estado latente, nacido de una simple estampita oculta en un cabezal. In crescendo surgió en nuestra coyunda una progresiva integración en la Institución, razón de mi participación en cuanto se me ha demandado, con la mayor alegría y el permanente deseo de resolver, dentro de mis competencias, cuanto fuere menester. Puedo presumir que, menos portar el cántaro, ser costalero y, por supuesto, dirigir a tan envidiados hermanos, llevadores magistrales de nuestros titulares, he sido, he realizado de todo cuanto se me encomendara, con la mayor alegría, en el deseo de un indeclinable espíritu de servicio.
Estas son razones por las que sobran los homenajes, aunque se agradecen, por venir de donde proceden, cuando lo realizado, y, por llevar a cabo, a lo largo de nuestro devenir, es fiel consecuencia de nuestro amor.
Creo, es mi parecer, que dentro de nuestras posibilidades y limitaciones humanas, siempre será poco todo cuanto hagamos por nuestra Hermandad, como fiel centro de difusión de caridad, entrega, unión, en definitiva de fraternidad ecuménica.
Por ello, partiendo de dicha trilogía de Verdad, Trabajo y Amor, gracias, muchas gracias.
N.H.D. Manuel Moreno.